Si
DIOS sacara vacaciones, y está en mora de hacerlo, las pasaría en
Medellín. Vendría con toda su corte y las once mil vírgenes no correrían
peligro. En Medellín, la amabilidad es un deicio, la hospitalidad una religión, el buen humor un vicio.
Medellín es un pañuelo de amor.
No
es la sucursal del cielo, es el cielo. Es tan amañadora La Bella Villa
que por ley, todo Colombiano debería ser obligado a visitarla siquiera
una vez al año y eso es poco. Hay que venir a Medellín, no solo a
llenarse de paisajes sino a llenarse de ideas. En Antioquia hay tres o
cuatro ideas nuevas por paisa cuadrado. En Medellín se le da de comer
al ojo viendo mujeres bellas.Todas la paisas son pispas, y las feas, mínimo son amañadoras. La
paisa es firme, amorosa, tierna, romántica, fiel, celosa, camelladora,
brava y rezandera. Por todo eso, ellas tienen la culpa de que las
persigan tanto.
En
Medellín, usted pregunta por una dirección, se la dan y fuera de eso lo
invitan a almorzar. Un aguardiente estampillado o un tapetusa no se le
niega a nadie. Si le quiere arrancar al tute, a los dados, al dominó,
al póker, a la 31 o al zanahorio parqués, no busque más: en Antioquia
le calman esa angustia que todos llevamos dentro
El
clima se quedó en primavera. El sol calienta sin incomodar y cuando se
emberrionda Max Enríquez Celestial, le merma volumen al mono
“Jaramillo” (Jaramillo es el sol). No le quepa duda, los antioqueños nos
volvemos sectarios cuando hablamos de Medellín y no se atortole, se
puede hablar de Medellín sin meterle narcocharla al asunto.
Haga algo por su biografía pues!: VENGA A MEDELLÍN !
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